Los resultados del estudio realizado por el Hospital Gregorio Marañón sugieren que existe un riesgo genético compartido entre soledad y esquizofrenia y que éste puede tener un papel más importante en mujeres que en hombres. Esto apoyarı́a que la experiencia subjetiva del aislamiento social -agravado por causa de las restricciones de la pandemia- podrı́a tener consecuencias más negativas en las mujeres, incluido el riesgo de desarrollar psicosis.
Los investigadores del Marañón y el CIBERSAM han utilizado una muestra de 3.488 personas (1.927 con esquizofrenia y 1.561 controles sanos) para demostrar la contribución genética de la soledad y el aislamiento social al riesgo de sufrir esquizofrenia. Para ello se ha estudiado tanto el aislamiento social objetivo (falta de relaciones sociales) como el aislamiento percibido (la soledad, un sentimiento subjetivo de angustia asociado a la falta de relaciones significativas, independientemente de la cantidad de contacto social).
Aunque las personas aisladas a menudo se sienten solas, el aislamiento no siempre se correlaciona con sentimientos de soledad, aunque ambos son factores de riesgo para la aparición de trastornos mentales. Según explica el director del trabajo, Javier González Peñas, “subdividimos el riesgo genético que predispone a esquizofrenia en función de su efecto en la soledad y el aislamiento, encontrando que el riesgo genético que era común tanto a esquizofrenia como a soledad y aislamiento era mayor en mujeres que en hombres. Además, este riesgo genético común correlaciona con depresión, ansiedad, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, dependencia del alcohol y autismo.”
Por lo tanto, según indica el primer firmante del trabajo, Álvaro Andreu Bernabéu, “nuestros resultados indican que este riesgo genético compartido entre esquizofrenia y soledad podría ayudarnos a entender las relaciones genéticas entre la esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos complejos como el trastorno bipolar, la depresión mayor o el trastorno obsesivo-compulsivo”.
En su conjunto, tal y como indica Celso Arango, que también ha participado activamente en el estudio, “estos hallazgos abren la posibilidad de desarrollar intervenciones frente la soledad y el aislamiento para la prevención y mejora de la evolución clínica de trastornos de espectro de la esquizofrenia, sobre todo después de las condiciones de aislamiento social a la que nos hemos visto obligados por la pandemia y el confinamiento”.
Enlace al artículo de referencia:
Polygenic contribution to the relationship of loneliness and social isolation with schizophrenia
Álvaro Andreu-Bernabeu, Covadonga M. Dı́az-Caneja, Javier Costas, Lucı́a De Hoyos, Carol Stella, Xaquı́n Gurriarán, Clara Alloza, Lourdes Fañanás, Julio Bobes, Ana González-Pinto, Benedicto Crespo-Facorro, Lourdes Martorell, Elisabet Vilella, Gerard Muntané, Juan Nacher, Marı́a Dolores Molto, Eduardo Jesús Aguilar, Mara Parellada, Celso Arango & Javier González-Peñas. Nature Communications volumen 13, Article number: 51 (2022)
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